Blog9 abril 2025

Por qué la meritocracia, y no la burocracia, es la verdadera superpotencia del liderazgo

Escrito por:

Dimphy van Heusden

VP Global Branding & Marketing

El mundo laboral está cambiando, y menos mal.

Hace poco, leí Humanocracy de Gary Hamel y Michele Zanini, y fue como leer un manifiesto sobre todo lo que creo que debería ser el liderazgo. Si no lo has leído, aquí está la esencia: la burocracia es obsoleta, desmoralizante y terrible para la innovación. En cambio, Hamel y Zanini presentan un argumento contundente a favor de crear organizaciones centradas en el ser humano donde la creatividad, la autonomía y el propósito sean los verdaderos motores del éxito.

Es un libro que me llega al corazón y a la esencia de mi liderazgo en la empresa. Al fin y al cabo, «La gente feliz impulsa tu negocio» no es solo un eslogan. Es una promesa. Y liberarse de la burocracia es esencial para cumplirla.

Hamel y Zanini describen la burocracia como el gran asesino silencioso del compromiso y la creatividad. Es la burocracia, la jerarquía y la obsesión por el control lo que destruye precisamente las cualidades que las organizaciones necesitan para prosperar: adaptabilidad, pasión e iniciativa.

Y aquí está la cuestión: la burocracia no solo mata la creatividad. Socava la meritocracia. Premia el cumplimiento por encima de la competencia, la jerarquía por encima del talento. Las personas se ven limitadas no por sus propias capacidades, sino por sistemas diseñados para proteger el statu quo.

Para mí, eso es inaceptable. Las ideas más innovadoras, el liderazgo más comprometido y las soluciones más transformadoras no provienen de títulos ni de la permanencia en el cargo. Provienen del talento, el esfuerzo y el impacto.

La meritocracia consiste en empoderar a las personas para que prosperen gracias a sus habilidades, creatividad y contribuciones, no a su rango ni a su capacidad para gestionar las políticas de la oficina. Y si realmente priorizamos a las personas, debemos ser incansables a la hora de reconocer, recompensar y promover el mérito genuino.

Los autores nos retan a pensar de forma diferente sobre el liderazgo. Y esto se alinea perfectamente con nuestra filosofía: «La gente feliz impulsa tu negocio». Cuando se crea un entorno donde las personas se sienten empoderadas para aportar todo su potencial al trabajo, donde la creatividad y la iniciativa se valoran por encima del mero cumplimiento, es cuando surge la magia.

Y la meritocracia es la base de esa visión. En nuestra empresa, nos comprometemos a crear sistemas que recompensen a las personas por sus contribuciones, no por sus puestos. Así es como lo hacemos posible:

  • Empoderando a los equipos: Promovemos activamente la autonomía animando a los equipos a establecer sus propios objetivos y experimentar sin miedo al fracaso. No se trata solo de innovación, sino de reconocer el buen trabajo cuando lo vemos, sin importar de dónde provenga.
  • Aplanando Jerarquías: Los cargos y organigramas importan menos que el valor que cada persona aporta. Estamos derribando silos y creando comunidades donde las ideas fluyen libremente, independientemente del rango o rol.
  • Promoviendo la Co-creación: La verdadera innovación surge cuando todos tienen voz. Fomentamos la colaboración no solo dentro de los equipos, sino en toda la organización, porque las grandes ideas no respetan las divisiones departamentales.
  • Fomentando el Aprendizaje Continuo: Nos centramos en la evolución por encima de la perfección. Nuestro objetivo es construir una cultura de experimentación donde los errores se consideren oportunidades de aprendizaje.
  • Recompensando el Impacto, No el Rango: Nos comprometemos a reconocer y recompensar las contribuciones basadas en el mérito. Esto significa celebrar la resolución creativa de problemas, el liderazgo audaz y la colaboración genuina, independientemente del título o la experiencia.

Lo que más me resuena de Humanocracy es el énfasis en liderar desde adentro hacia afuera. Hamel y Zanini enfatizan que liberarse de la burocracia no se trata solo de cambiar estructuras, sino también de cambiar mentalidades. Y eso empieza por nosotros, como líderes.

Me he dado cuenta de que empoderar a los demás significa soltar el control. Significa confiar en que las personas harán su mejor trabajo sin microgestionar ni reprimir la creatividad. Significa aceptar la vulnerabilidad y admitir cuando no tengo todas las respuestas.

Porque la verdad es que ninguno de nosotros las tiene. Y eso está bien. Pero hay algo que creo aún más firmemente: la meritocracia no es negociable. El talento merece ser reconocido y recompensado. Las personas merecen oportunidades basadas en sus habilidades y contribuciones, no en su posición en una jerarquía rígida.

Si no se construye una cultura que valore el mérito, se está desaprovechando la brillantez. Y no lo aceptaré. Porque activar el potencial humano es la clave de todo lo que queremos lograr. El futuro pertenece a las empresas ágiles, centradas en el ser humano y profundamente comprometidas con el empoderamiento de su gente. Y me enorgullece decir que estamos en ese camino.

Pero este no es un viaje con meta. Es un proceso continuo de aprendizaje, evolución y fidelidad a nuestra convicción. Las viejas reglas del liderazgo se están desmoronando. Y yo, por mi parte, no podría estar más feliz. Porque cuando se desmantela la burocracia, se recompensa el verdadero mérito y se libera el potencial humano, ocurren cosas extraordinarias.

Y estoy aquí para asegurarme de que nunca perdamos de vista eso.

Con cariño, Amanda

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